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La diferencia entre la niñez y las pantallas

Las nuevas Tecnologías y las Redes Sociales están entre nosotros y vinieron para quedarse. Atraviesan muchos comportamientos y vínculos humanos, laborales, familiares, lúdicos y educativos y por ende los están transformando… ¿Para bien o para mal?

Hoy les propongo pensar solamente lo que concierne al proceso cognitivo y a cómo influyen las pantallas en el rendimiento escolar. En el mundo ya se están estudiando algunos efectos nocivos del exceso de “pantallas” en niños, niñas y adolescentes. Hasta hace poco pensábamos en que cuanto más temprano los niños estén expuestos a computadoras o celulares, era mejor, hasta suponíamos que iban a ser más inteligentes por el solo hecho de estar expuestos a esos estímulos.

Hoy se sabe que no siempre es así y que no en todas las condiciones “más, es mejor”. En nuestro país el Conicet cuenta con numerosos científicos y equipos de investigación en el tema. La Dra. Ana Maria Borzone, es una de ellas y está llevando adelante investigaciones sobre “Desarrollo Cognitivo y la función del Lenguaje”. El planteo es simple y claro: Las pantallas, sean de tablets, celulares o computadoras se caracterizan por brindar un tipo de lenguaje. Este incluye Imagen, Color, Instantaneidad y Movimiento.

Sabemos también que nuestro cerebro es una fábrica química y de millones de conexiones neuronales que reaccionan frente a estímulos de diverso tipo. El cerebro de un niño está en una transformación permanente. Es en ese enjambre electro-químico en donde se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje. Ese proceso inicialmente se da en el vínculo primario con mamá, por medio de miradas, palabras y caricias que excitan al Sistema Nervioso. Luego, toma la posta La Escuela, para cuando el niño está preparado para procesos más complejos que incluyen al lenguaje y a la lógica temporo-espacial y los aprendizajes vinculares.

Aquí aparece un nivel de análisis en donde estos estudios científicos toman la palabra. Por un lado tenemos aquellas características para estímulos que se presentan durante horas a los cerebros en formación, con el soporte tecnológico y por el otro, tenemos el espacio-tiempo áulico en donde la realidad es otra.

El pizarrón es monocromático, la hoja del cuaderno es un espacio en blanco que invita a la acción, en los libros no hay movimiento ni instantaneidad. Este contraste es muy fuerte para esos “cerebritos en formación”. Numerosos autores, psicólogos infantiles, psicopedagogos y neurólogos están pensando que estas pueden ser variables que participen en la génesis de problemáticas ligadas al proceso de cognitivo-conductual y por ende, emocional.

Podrían estar relacionadas a los Déficits de Atención, Trastornos de Hiperactividad y dificultades en el sostenimiento del llamado “Foco Atencional”. Todas estas, conllevan como epifenómeno, a trastornos conductuales y vinculares con pares y a dificultades por ej. para aceptar límites y tiempos de espera, tan importantes en la vida escolar.

Como vemos, no es fácil para nuestros hijos o nietos resolver estos contrastes y los docentes y educadores saben muy bien a que me refiero. Pero el problema puede agravarse por la actitud que los adultos tomemos. Si mamá y papá no están atentos y los chicos permanecen “encerrados en esa realidad” frente a las pantallas, se van acostumbrando a ese tipo de estímulos y a la velocidad de esa interacción, haciendo que las 4, 5 o 6 hs. de escuela sean tediosas, lentas y aburridas para ellos.

En los ´90 aparece el cable y los canales para niños con 24 hs. de programación y comenzábamos a hablar del “chupete electrónico”, ¿recuerdan? Hoy esa situación de alienación y aislamiento se multiplica y llega a niños de muy temprana edad. Tal vez esa mamá crea, con buena intención, que dándole un celular a su niña de 2 años está favoreciendo su desarrollo intelectual, pero no es así.

El desarrollo de la corteza pre-frontal, crucial para los aprendizajes, necesita hacer foco, penetrar en el contenido, sea este, lógico, espacial o metafórico. Necesita estar “en el aquí y ahora cognitivo”. No se trata de cuantos estímulos, sino de la calidad de encuentro con ese estimulo. La velocidad e instantaneidad que promueven las pantallas va en detrimento del mencionado proceso.

Podemos utilizar la tecnología como soporte, como trampolín o como anclaje del conocimiento o del contenido escolar, o podemos asignarle el rol de niñera electrónica, el rol de padres sustitutos, el rol de “no me jodan que estoy cansado”. Muchos padres y madres tienen cada vez menos tiempo por la velocidad del mundo de producción y consumo, en el que vivimos y eso hace que, lamentablemente, tengan menos tiempo y energía para cumplir su maravilloso rol de padres.

No hay recetas. Cada familia es un mundo decía mi nona y cada pareja decidirá criar a sus hijos como puede y quiere. Pero si los adultos van teniendo herramientas y saberes, sus decisiones serán mucho más adecuadas y acorde a los tiempos en que vivimos. Los niños y adolescentes, pero sobre todo los primeros, no deberían pasar más de 2 hs. al día frente a las pantallas, con fines lúdicos y por períodos que no superen los 20 minutos para así evitar lo que los neurólogos llaman “efecto isla”. A esa opción, le podemos sumar una actividad compensatoria como el deporte o actividades al aire libre, en el patio, en el fondo de casa o en el club. Está comprobado que los chicos que juegan con sus manos, haciendo cosas, con plastilina, con maderitas, con una pelota, que trepan un árbol o andan en bicicleta tienen mejores resultados en su vida escolar y relacional. Tienden a ser más creativos y a resolver problemas más rápido y con una mirada global de los desafíos. Al crecer, ya que aprendieron a esperar, saben trabajar en equipo y por ende sabrán organizarse en su vida laboral, relacional y de pareja.

Las nuevas tecnologías no son ni buenas ni malas. Nuestra sociedad cada día se tecnologiza más y más, empujando al ser humano muchas veces al abismo de la soledad, la compulsión y el aislamiento frente a las pantallas.

La clave estará en cómo las usamos y cómo les enseñamos a nuestros hijos e hijas a usarlas… y no a ser usados por las máquinas.

Lic. Esteban Gómez

Psicoanalista UBA

MN 25591

MP 25668

Publicado el lunes 15 de octubre de 2018

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