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A pocos días de la evocación al “Maestro de América” y el reconocimiento a todos los docentes, cuando en febrero del corriente se cumplieron 210 años del nacimiento de Sarmiento: El recuerdo a un hombre ineludible en la historia argentina.

Entre tantas aristas en la intensa vida sarmientina -que inundan e impregnan esos años transcurridos entre 1811 y 1888- el desafío por el mejoramiento de la enseñanza y la escritura; y su incansable promoción del transporte y las comunicaciones (como instrumentos imprescindibles para avanzar hacia el progreso y la prosperidad) nos ayudan hoy a evocar a tan particular y polifacético hombre de Estado argentino.

La Enseñanza : Ortografía y escritura. Su especial preocupación por el aprendizaje de grandes y chicos, no sólo lo llevó a pensar decisiones y actos político administrativos para producir cambios y simplificaciones en los textos, sino también en métodos y herramientas concretas para tal fin. Todavía exiliado en Chile -cuando quizá no soñaba con ocupar en nuestra Argentina escenarios importantes que le permitiesen actuar, como los que le aguardaban- presenta a la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile, una suerte de memoria experimental, conteniendo una propuesta consistente en modificaciones a la grafialetra. En 1843, formula, lee y publica Sarmiento su “Memoria sobre ortografía americana”.
“El autor -escribe sobre él mismo nuestro sanjuanino- … consagrado largo tiempo a la enseñanza primaria” ha estudiado prolijamente “las irregularidades de la ortografía actual” y “la insuficiencia de las reglas a que está sujeta”.
“La dificultad que tienen los jóvenes de los colegios y escuelas para aprenderla y los errores que en este ramo comete el común de las gentes, con desdoro de su educación y principios, le han dado en rostro, y se ha propuesto desbaratar de un golpe los obstáculos, cimentando la ortografía sobre un principio de que todos puedan estar al cabo”. La reforma propuesta al alfabeto castellano radicaba, sintéticamente, en: 1) supresión de cuatro letras (sin sonidos en la pronunciación americana): h, v, z, x; 2) uso de la c sólo delante de las vocales a, o, y u; 3) uso de la y únicamente como consonante, en las sílabas ya, ye, yi, yo, yu, y en los demás casos, uso de la i como vocal; y 4) supresión de la u muda en las sílabas gue, gui, que, y qui. La compleja cuestión -que involucró, entre otros, a intelectuales como Andrés Bello y José Victorino Lastarria- tuvo repercusiones hasta 1927 en el hermano país.

Prosperidad y Progreso: Transportes, comunicaciones, vínculos, ciencia, prosperidad, … progreso; en fin…

El Desarrollo: Hoy nos sorprenden (día a día) los avances y el desarrollo científico y tecnológico. Desde hace casi medio siglo, las manifestaciones -que nos rodean en el cotidiano vivir- se presentan, por ejemplo, en marcapasos, rayos láser, transistores, la fotocopiadora, el fax,… hasta continuar con internet, la fibra óptica, redes, satélites, teléfonos celulares, correos electrónicos, televisión por aire, por cable, Etc.; del mismo modo en que se habla y se estudian -cada vez más- las cirugías robotizadas, los drones, las criptomonedas y la inteligencia artificial.

¿ Sinónimo de progreso es todo esto ?
Pareciera que contiene algo de eso. Hacia 1850, Sarmiento diagnostica: “Con un continente inmenso y una población escasa; con ríos navegables, sin naves, ni el hábito de navegarlos, con una tierra fértil y sin ciencia para cultivarla; con ciudades en el interior sin comunicación fácil con los puertos; con un pueblo habituado a los usos y necesidades de la vida civilizada, y sin industrias, para satisfacerlos. Dados estos antecedentes… el tiempo por sí sólo no puede producir una mejora de situación sensible; porque no hay progreso sino donde hay rudimentos que desenvolver, como ciencia, industria, etc.”
Pero nuestro hombre no sólo observó y pensó. Jamás pudo imaginar semejante avance en siglo y medio como podemos nosotros constatar. Tuvo responsabilidades directas en los distintos ámbitos de decisión política en los que le cupo actuar. Como bien se ha escrito, “aquello que Alberdi (y antes, Manuel Belgrano) tan bien promovió desde la pluma y lo volcó en las ‘Bases’, en mucho Sarmiento contribuyó para que lo pensado fuera realidad” (Félix Weinberg). Ejerció la primera magistratura entre 1868 y 1874 -de entre otras numerosas y expectantes funciones públicas- y dejó una magnífica herencia.

Bien lo sintetiza prestigioso investigador argentino: “Imbuido de la idea de progreso y después de haber conocido tanto Europa tanto como los Estados Unidos, … regresó a la Argentina y firmemente decidió a unir a todos los pueblos por medio de la sutil telaraña que tejían los hilos del telégrafo” (Horacio Reggini).

En la misma sintonía, y por idéntica promoción presidencial, “… después vinieron los alambrados de los campos, los hilos en los postes, las bibliotecas y los libros, más los ferrocarriles, el vapor, la iluminación a gas, las obras portuarias, el primitivo teléfono, etc.”.
Coincidiendo con innumerables sectores de la vida nacional, diremos -respecto a Domingo Faustino Sarmiento- que nos “… interesa a todos tener presente su proyecto nacional, su programa institucional y cívico, donde lo educativo constituye una estrategia primordial aunque no la única” (Academia Nacional de Educación, 2011)

Nota: Las opiniones de este artículo son responsabilidad del autor.

Publicado el miércoles 8 de septiembre de 2021

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