Lunes 14 de julio de 2025
→ Ver pronóstico

  • 14°C
  • H: 76%
  • P: 1020
  • V: Este

Desde que comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio en nuestro país, he leído varios artículos y notas que intentan describir y, eventualmente, explicar qué ocurrirá con la economía argentina post pandemia. Sin embargo, un común denominador de esas publicaciones es no contemplar que el país se ve afectado por un contexto mundial claramente adverso y que incluso es tan imprevisible que dificulta aún más las proyecciones locales con cierto rigor científico.

Si bien es cierto que a nivel local se venían agravando algunos desequilibrios macroeconómicos, también es conveniente mencionar que el conjunto de la economía mundial entraba en una fase de desaceleración en los meses previos al estallido de esta emergencia sanitaria global que hubiera podido desembocar en otro tipo de crisis.
No me quiero detener en números para no aburrir al lector, pero basta con repasar los informes de algunos organismos internacionales como Fondo Monetario Internacional (FMI), Organización Mundial de Comercio (OMC) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para darnos una idea de cómo se proyectaba el 2020.

¿Qué dicen los organismos internacionales para el 2020?

En su informe denominado Perspectivas de la economía mundial, el mismo FMI reconoce que su diagnóstico anunciado a finales de 2019 ha cambiado radicalmente, ya que esta pandemia de coronavirus plantea un escenario de paralización de la actividad desembocando en una crisis sin mayores antecedentes. En esta situación se reconoce que las perspectivas de recuperación dependerán de la evolución epidemiológica del virus, su contención y el desarrollo de los tratamientos y vacunas en un escenario no muy fácil de predecir.

Pero es en este contexto que cada uno de los países intenta enfrentar la crisis acompañada de medidas sanitarias y económicas; en donde ambas interactúan de una manera compleja haciendo muy difícil sopesar una sobre la otra. Me atrevería a decir que desde el FMI se está operando un cambio de paradigma, que le proporciona en principio un carácter más humano a este organismo desde el momento de considerar -por lo menos en su discurso- las necesidades de los sectores más vulnerables e incluso revisar la situación particular de asfixia financiera de aquellos países fuertemente endeudados.

Por su parte, la OMC publica dos barómetros que intentan describir el escenario del comercio mundial: uno mide el de mercancías y otro el de servicios. Si bien ambos arrojan datos para el 2019, coinciden en que hay una tendencia decreciente en los valores de referencia de estos índices y que en un primer momento se podría considerar que la pandemia podría agudizarlos en los próximos meses. Es importante destacar que la caída de estos índices no obedece a la crisis sanitaria por el covid-19, puesto que son anteriores. Sin embargo, hay una serie de elementos en los que la OMC intenta atribuirles su comportamiento a la baja. Uno de ellos es que los componentes electrónicos se encontraban por debajo de su valor de referencia -aunque podrían recuperarse en los próximos meses- pero también apunta a las disminuciones en el transporte marítimo y al estancamiento del índice de productos de la industria automotriz. Sea de una forma o la otra, para la OMC hay un desaceleramiento del comercio previo a la pandemia y sostengo que este panorama va a agudizarse conforme la salubridad internacional no mejore.

Finalmente, el BID también presenta en sus informes una situación similar a los demás organismos internacionales aunque hace más hincapié en la seguridad alimentaria, proponiendo la concreción de medidas de carácter restrictivo a la exportación de productos de este sector y a su vez favorecer la importación de los vinculados al mismo.

Como era de suponer, si bien la región comparte temas de preocupación generalizada, hay dos variables que merecen una lectura en esta parte del mundo: el canal comercial y el financiero. El problema comercial se ha visto reflejado en la desaceleración de las exportaciones de mercancías de Colombia, Chile y Brasil, mientras que el resto de los países aún no muestra datos claros del rumbo que les depara esta crisis sanitaria. Y acá me quiero detener porque está claro que la situación de cada país es muy distinta, siendo imposible seguir hablando de generalidades.

El caso argentino: pre y post pandemia.

La economía argentina viene experimentando ciclos negativos en el PIB desde finales de 2017, situación que -con ciertas fluctuaciones- logró instalarse como tendencia durante el 2019. En una rápida mirada a los datos oficiales publicados por el INDEC, es posible confirmar que hubo sectores a nivel local que se vieron perjudicados por el Gobierno de Macri. El conjunto de medidas aplicadas por la anterior gestión no sólo no permitió revertir la desaceleración del PIB sino que empezó a considerarse al empleo informal como un problema más de la agenda económica, a la que ya venía sumándose inconvenientes con la política monetaria que se traducían en dificultades para estabilizar el tipo de cambio y a la vez generar los recursos suficientes para hacer frente a los pagos de la deuda externa. Desde agosto de 2019 se dieron a conocer nuevos términos económicos como reperfilamiento de la deuda, que en realidad significaba negociar nuevos plazos ya que no se podía cumplir con los compromisos originalmente adquiridos. De esta forma, el panorama económico local se iba complejizando aún más, con fuertes subas del dólar, tasas de interés altísimas y una gran incertidumbre generalizada.

El traspaso de Gobierno en diciembre de 2019 implicó transferir una herencia en materia económica donde la actual gestión no ha podido aún desplegar un conjunto de medidas atinentes a resolver esos problemas. Cuando digo “aún”, me refiero a que a los tres meses de haber asumido, el Gobierno de Fernández se vio en la necesidad de establecer este aislamiento social, preventivo y obligatorio que marcó la redefinición de una agenda de prioridades con un contexto internacional distinto y con una realidad regional y local significativamente desfavorables.
Sin que esto implique dejar de lado una inflación de más de 50 % en el 2019 -y que se calcula será de más de 40% para el 2020-, un tipo de cambio nominal controlado artificialmente y con un mundo prácticamente paralizado por la pandemia, la actual gestión debe dar pelea en dos frentes: uno de ellos es el externo y otro el interno. En el primer caso aparecen dos canales: el comercial y el financiero. En el aspecto comercial resulta fundamental la evolución de aquellos países a los cuales la Argentina exporta, ya que una menor demanda de sus productos podría afectar no sólo sus precios sino también una de las principales fuentes de divisas de las que dispone el país. En materia de política exterior se deberá revisar el futuro de las relaciones en el bloque comercial Mercosur, sobre todo por la decisión de anular el proceso de negociaciones que se venía realizando hacia el interior del mismo, situación que puso en tensión a todos sus miembros y en especial a la delicada y frágil relación con Brasil. El futuro del comercio exterior argentino debe planificarse estratégicamente no solo en función de las acciones que emprenda su socio comercial estratégico -Brasil- sino también de aquellos ubicados en el sudeste asiático y en Europa, ya que su pronta recuperación permitiría restablecer el dinamismo de las exportaciones argentinas previo a esta pandemia.

En el caso financiero, se llevaron a la práctica un conjunto de medidas que restringen la compra de moneda extranjera que de alguna manera ha amortiguado la salida de capitales y la depreciación de la moneda que sí es un tema central en el resto de los países de la región. Sin embargo, estas medidas no inmunizan al país frente a las consecuencias financieras globales producto de esta pandemia. La renegociación en los próximos meses de la deuda externa nos presentará situaciones volátiles con muchísima inestabilidad en la plaza financiera local que terminará siendo otro frente de batalla en el corto plazo. El hecho de que el dólar en sus distintas versiones (contado con liquidación, bolsa, blue, etc.) supere ampliamente la cotización del valor oficial, sigue siendo para algunos agentes económicos motivo de preocupación y especulación.

En este contexto intentar predecir un escenario post pandemia es prematuro, ya que aún día tras día, a medida que pasamos de una cuarentena administrada o una focalizada, empiezan a aparecer los primeros efectos económicos para los que el Gobierno ya ha implementado una serie de medidas pero que sus resultados deberán analizarse con el correr del tiempo. En este sentido me quiero distinguir de otros colegas que intentan presentar distintos escenarios de carácter modelístico según sea la variable utilizada. Considero que primero deberá superarse este aislamiento para allí comenzar a atacar el segundo frente: el interno, que es el que permitirá la recuperación de la economía argentina teniendo presente los acontecimientos del exterior. A pesar de las medidas implementadas -que en realidad se presentan como parches para apaliar los problemas del cortísimo plazo- lo que deberíamos esperar luego de esta pandemia, es un plan económico de mediano y largo plazo coordinado y consensuado por todas las fuerzas políticas; llámese gobernadores e intendentes que conocen sus territorios y las demandas inmediatas. Ese plan debería contemplar definiciones sobre: el empleo (formal e informal), una política monetaria clara y previsible con tasas de interés acordes a las necesidades de financiamiento de la economía real, créditos blandos de mediano y largo plazo que favorezcan el desarrollo y expansión de las PyMEs, estímulos e incentivos al consumo, entre otros temas. A su vez, se debe identificar a aquellos sectores que requieran asistencia inmediata, estableciendo una agenda de prioridades que estará sujeta a las necesidades particulares. Si bien es cierto que algunas medidas anunciadas responden a esto, considero que deben estar articuladas en un plan económico que superen la actual coyuntura generando modificaciones estructurales de fondo, puesto que muchas de las dificultades que el país atraviesa suelen ser problemas históricos y recurrentes en su economía.

Nota: Las opiniones expresadas en el artículo son responsabilidad del autor

Publicado el domingo 3 de mayo de 2020

Lujan en linea se reserva el derecho de anular los comentarios que incluyan contenido ofensivo, inapropiado o sin la verdadera identidad del usuario. Este sitio no es reponsable de los contenidos vertidos en el espacio de comentarios. Este espacio está ideado para comentar sobre el tema de cada nota. Comentarios sobre otras temáticas podrán ser eliminados.