
Cuarentena y después
Opinión: Federico Aime, Docente, Militante del Frente de todos
Estos días de aislamiento social obligatorio no solo sirven para gastar Netflix, leer, arreglar cosas en la casa, sufrir porque no entra plata, preocuparnos de sobremanera por la situación, en fin, multiplicidades de escenas que se dan en el día a día de la cuarentena. Como decía, estos días no solo sirven para todo eso, estos días sirven para pensar, pensar en lo que se viene, pensar en cuán poco sirvió planificar esta vez.
Es que si alguien me decía que iba a estar en este lugar a principio de año me hubiera reído u otra cosa. El mundo, su movimiento, demuestra una vez más la capacidad de modificar escenarios, de ponernos en situaciones y lugares donde nadie pensaba estar.
Esto inevitablemente re-configura el mapa político, porque más allá del “dónde estamos”, lo importante es pensar en la política y en el “hacia dónde vamos”. Es como un mezclar y dar de nuevo, y en ese sentido, la pandemia modifica el escenario actual, desplaza otras cuestiones sobre las que giraba la práctica política y se coloca en el centro de la escena, dejando al descubierto que frente a situaciones de crisis como la que tenemos: “te salva el estado, no el mercado”.
Como escuchaba el otro día en una nota radial, “crisis” es oportunidad y también alternativa. A la fuerza, el coronavirus obliga a que los estados se replieguen hacia sus territorios soberanos, en su dimensión más proteccionista; cierre de fronteras; gobiernos fuertes y presentes; en fin, menos libre mercado.
Lo comunitario como idea-fuerza a recuperar en la coyuntura
Esta situación compleja, claramente puso en discusión con más ímpetu que antes, algunos debates sociales en torno al rol del Estado; al proyecto de país y, más profundamente, al modelo de sociedad que debemos construir. Es que, al fin de cuentas, el mercado no garantiza el bien común, el mercado solo se mueve mediante una única y constante lógica: la de la ganancia.
Esto nos coloca como sociedad, en un momento en el que es necesario profundizar el debate sobre la importancia de las prácticas comunitarias como eslabón infaltable y necesario del bienestar común: la importancia de las ferias de alimentos, los mercados populares, la solidaridad entre vecinos y vecinas o la organización popular.
Ya muy pocos dudan de la importancia de tener salud pública, a pocos se les ocurre pensar en que no es necesario establecer controles territoriales para desalentar la propagación del virus, ninguno defiende que se cobre por los test que determinan si uno es portador o no del COVID-19 (como sucede en países como Chile o EEUU), quedan descolocados los que no quieren que el Estado establezca controles de precio o los que se oponen a medidas económicas intervencionistas. Ya lo decía Alberto: “Muchas cosas van a cambiar en la economía”.
El Estado vuelve a estar en el centro, recuperando como nunca antes su importancia, la pandemia corrió el velo que el neoliberalismo había puesto sobre gran parte de la sociedad. El individualismo, el egoísmo o el cada cual hace la que pinta, no va más. La comunidad, más fuerte que nunca como idea-fuerza, propone otras formas de habitar el mundo y desarticula los relatos y lógicas que propone la hegemonía neoliberal.
La encrucijada política
Pero como siempre, en todo proceso, los caminos se bifurcan y en esta etapa que comienza no todo es peronismo y política estatal progre en el horizonte. Esta etapa va a estar atravesada por la disputa ideológica sobre cómo debe ser y actuar ese Estado que en esta coyuntura vuelve al centro de la política.
Podemos ver el caso de Jujuy, donde el control territorial se efectúa mediante la represión mostrando un aspecto más punitivo y autoritario. Por otro lado, la provincia de Buenos Aires lleva adelante un proceso de prevención y control del espacio público que escapa a la lógica propuesta por el Gobernador Morales.
Este debate se puede ver también ejemplificado en dos casos regionales: por un lado, Brasil, y por el otro, Argentina. Dos formas de apelar a un gobierno fuerte y presente. En el caso de Brasil, el presidente decidió no acatar recomendaciones e ir a saludar a manifestantes de una marcha que pregonaba el cierre del congreso, entre otras consignas anti-democráticas. En el caso argentino, el presidente se pone a la cabeza de una campaña de concientización y propone una cuarentena para preservar la salud del pueblo.
Las actitudes y acciones de los dos presidentes, anteriormente nombrados, fueron juzgadas por sus pueblos. En un caso, el gobierno de Bolsonaro concentra los mayores niveles de rechazo popular desde que asumió como gobierno, el caso de Alberto es totalmente opuesto, su aceptación está en los niveles más altos, fortaleciéndose políticamente en su rol como presidente.
¿Y por casa cómo andamos?
En nuestro pago chico, Luján, el accionar del gobierno local fue en sintonía con nación y provincia, mostrando un municipio presente y con iniciativa para hacerle frente a la pandemia.
Se fortaleció la imagen del Intendente quien tuvo una fuerte presencia en medios y redes, aportando datos e información constantemente. En ese sentido, las instancias pluri-partidarias, ciudadanas e interdisciplinarias se implementaron llevando adelante espacios de contención de la crisis, con la clara conducción del Estado y sus representantes.
A su vez, el conflicto sindical entró en un paréntesis forzado por la pandemia, dando como resultado un nuevo escenario con futuro aún incierto. En este contexto, el intendente está en un lugar diferente al de antes, ocupando, junto al debate sobre el rol del Estado, la centralidad política, fortaleciendo su capacidad de ejercer el poder político, pero con una gran presión social que evalúa mucho más agudamente su desempeño.
En ese sentido, la rápida respuesta que ha tenido Leonardo Boto frente a los sucesos que acontecen lo muestra presente, responsable y con gran capacidad ejecutiva para abordar las problemáticas actuales. La puesta en marcha de la construcción de nuevos consultorios modulares externos en el Hospital es ejemplo de ello.
Para concluir, podemos decir que esta coyuntura vincula más fuertemente el desafío que existía previamente de volver a colocar al gobierno municipal como un agente de transformación, con la cuestión sanitaria y sus efectos en la sociedad.
Las demandas populares giran, en gran parte, sobre una pregunta: ¿qué va a hacer nuestro municipio? El desafío, quizás, sea volver a construir horizontes que pongan al bien común como única consigna política.
Nota: Las opiniones de este artículo son exclusiva responsabilidad del autor
Publicado el viernes 27 de marzo de 2020