
“Alcentro Fernández”
El Lic. Esteban Gomez reflexiona en su habitual columna sobre los liderazgos en tiempos de crisis.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. La foto del domingo pasado lo dice todo. Las circunstancias demandan una actitud de grandeza. El poder
significante de un gesto, de una mirada o de un silencio suele ser poco valorado pero posee un efecto contundente, consciente o inconscientemente en el otro, en el que recibe el mensaje. El arte psicoanalítico sabe mucho sobre eso.
Masticar sin tragar
Un sector de la militancia política acuñó hace algunos meses un significante bastante creativo. Con un aire de neologismo y apelando a la homofonía, lograron criticar al entonces candidato Alberto Fernández, con la sencilla operación de sustituir a “Alberto” por “Alcentro”. La raíz de su crítica está orientada a una supuesta debilidad de toda posición política de centro.
Quizás no le perdonen su pasado ligado a políticos como Asseff, Alfonsín, Menem, Duhalde y Cavallo. Desde esa lógica se es blanco o negro, se es de izquierda o de derecha, represor o libertario, Racing o Independiente… ¿nos suena conocido, verdad?.
Las personas que conocen muy bien al actual presidente de la nación desde finales de los ’80, relatan innumerables hechos y acciones que lo ubican en la mesura, en el libre pensamiento y en el centro del arco político, quizás sea ese gran armador de unidades y consensos, alguien ecléctico y pragmático.
El azar cósmico o alguna retribución kármica hicieron que asuma la presidencia la misma semana en que, según los epidemiólogos chinos, un
primer ser humano de Wuhan se estaba contagiando de Coronavirus.
Sin saberlo estaba entrando en la historia global, como el primer mandatario que nos guiará como líder de nuestro país en este desafío planetario.
Ninguno de los seres humanos vivos en el planeta vivió conscientemente una pandemia global como esta. Debemos retroceder 102 años, hasta 1918 para tantear algún registro histórico sobre la gripe española y sus consecuencias.
Es decir, no tenemos herramientas cognitivas ni emocionales en nuestra memoria que nos puedan servir de herramientas para ser usadas en esta
crisis. Todo es nuevo. No hay experiencias sociales que vengan en nuestro auxilio. Un virólogo europeo declaró, “… estamos como en una máquina que desconocemos, que no sabemos dónde está el volante y solo percibimos que nos movemos hacia delante…”
Si el conocimiento es poder, aquí lo vamos aprendiendo sobre la marcha.
Tres Imposibles para una realidad
Freud sostenía que existen tres imposibles para toda sociedad: Curar, Educar y Gobernar. Sencillamente podría decir que el ser humano se resiste a ceder parte de su libertad ancestral y mamífera a manos de otro. Se resiste inconscientemente, a ser educado, curado y gobernado. La tensión resultante genera lo que el denominó “el malestar en la cultura”.
Entonces, es difícil gobernar a un país. Es una odisea gobernar a la Argentina, y será una batalla titánica gobernarla en estas condiciones globales y con un tejido social agrietado y empobrecido.
El capitán Beto y una tormenta perfecta
El escenario macro es complejo desde lo sanitario, lo económico y lo social.
Con consecuencias mensurables en lo micro, es decir en lo subjetivo, lo emocional, lo vincular y por ende en lo familiar. Frente a este escenario se
nos impone una gran pregunta: ¿Qué tipo de liderazgos son necesarios en estas crisis?; ¿A qué tipo de capitán le confiarías el timón?
Aparecen claramente dos tipos de líderes con dos tipos de carácter. Un grupo está compuesto por aquellos que duplican siempre la apuesta, que
cantan quiero retruco, negadores seriales de la realidad y autoritarios en su ADN. Poseen todas las respuestas para todas las preguntas. Exhiben un narcisismo reluciente los 365 días del año.
El otro estilo de liderazgo caracteriza a personas menos inseguras y por ende más abiertas al diálogo, al consenso, entrando a escena sabiendo de sus fortalezas y debilidades. No tienen todas las respuestas y por ende abren el juego al otro y al trabajo en equipo.
Ese liderazgo de proximidad con una buena dosis de humildad y sentido común es el que necesitamos como sociedad. Tenemos numerosos
problemas estructurales sin resolver y ahora una pandemia a punto de golpearnos con toda su furia.
Nuestro capitán debe ser firme y flexible a la vez. Intuitivo y reflexivo según sea necesario. Pero fundamentalmente debe estar “en el centro” del cuadrilátero, “en el centro” de la escena misma. El equilibrio y la armonía entre lo diverso son condiciones para liderar una realidad global que ya venía
amenazada por fascismos y autoritarismos de varios colores.
Necesitamos a un líder democrático, plural y republicano, “que busque consensos en el disenso”, como pregonaba el Dr. Raúl Alfonsín, que según Alberto Fernández es uno de sus referentes. Aquel capitán supo conducir nuestro barco en aguas tormentosas con militares nostalgiosos incómodos con la democracia y con un empresariado neoliberal voraz e incómodo con cualquier política redistributiva.
Humildemente creo que ese tipo de capitán es el único que puede llevarnos en este contexto, a un buen puerto.
De lo contrario volveremos a tropezarnos con nuestra autodestrucción criolla de siempre y en este nuevo escenario mundial sería demasiado peligroso.
Nota : Las opiniones de este artículo son exclusiva responsabilidad del autor.
Publicado el domingo 22 de marzo de 2020