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Susana Fernández vive en el barrio San Juan de Dios y durante la pandemia abrió las puertas de su casa para instalar un merendero al que bautizaron como «SAN JUAN DE DIOS». Ante la compleja situación, dedicó todo su esfuerzo en conseguir alimentos para sus vecinos más carenciados.
Al principio no fue tarea fácil, pero con el correr de los días su propósito comenzó a difundirse y la ayuda no tardó en llegar. Una de ellas fue la brindada por Clubes Unidos -una asociación integrada por los principales clubes deportivos de nuestra ciudad- que colaboró donándole alimentos.
En la actualidad, Susana tiene interrumpido su proyecto comunitario y espera con ansias que alguien le ofrezca una mano para poder continuarlo.

¿Cómo fueron las entregas por parte de Clubes Unidos?

La primera entrega acá fue una revolución. Consistió en cien viandas de comida armadas, una por cada familia. En otra de las entregas también me trajeron bolsas de pan fresco. No me acuerdo si fueron tres o cuatro entregas, pero fue muchísimo. No es que me trajeron un kilo de pan, un kilo de carne y algunos tomates.
Incluso, cuando por el aumento de casos no pudieron seguir cocinando, me trajeron cualquier cantidad de cosas para que las prepare yo.
Asimismo, venían con sus familias y me decían: «Somos del Club de Rugby y sabemos que está el comedor acá». Uno de ellos fue Francisco Marcenaro, el entrenador de juveniles de rugby, que cuando vino por su propia cuenta me quedé asombrada. Me trajo juguetes y bolsitas de golosinas. Todo armado por su esposa e hijos.
Me acuerdo que me pidieron permiso para hacerlo. También me acercó mucha ropa lavada y envuelta. Por ejemplo, una remera o un pantalón para un nene de tres años tenía rotulado «varón tres años». Con Francisco, la verdad, que me saco el sombrero.
Con todos en realidad, pero este chico, la dedicación que tuvo con su familia en separar talle por talle fue espectacular. Fue muy humano de su parte porque lo hizo por su cuenta.
Me dijo: «esto lo hice porque me nació a mí y a mi familia».

Cuando veías a los chicos contentos, ¿qué sensación te generaba?

Es algo que no sé cómo explicarte. Sí que lo sé, porque yo lo pasé de chica, pase la necesidad. Poder ayudar y ver una carita contenta es lo más lindo que te puede pasar. Es muy especial.

Y con la pandemia hubo más gente que iba a tu comedor ¿Cómo fue en comparación al 2019? ¿Notaste un incremento?

El barrio nuestro nunca tuvo nada. Funcionó una vez un merendero del que nadie sabía porque nuestro barrio es chico, son tres manzanas. Yo vivo acá hace veinte años y éramos dos o tres vecinos. Ahora es increíble la cantidad de gente que vive y hay muchos chicos. La última cuadra es la parte más afectada porque es donde está la gente con más necesidad.

Cuando arrancó la cuarentena el hambre se sintió en todos lados. Nosotros sabemos que en el fondo hay gente que laburaba de albañil, por ejemplo, y que no estaba trabajando porque no podían salir. Entonces un día le pregunté a mi mamá sobre qué opinaba si nos poníamos a juntar mercadería y empezábamos a cocinar para la gente.
Fue un proyecto de hacer algo sencillo, como para dar una mano.

Soy una laburante como cualquiera. No me sobra ni nada por el estilo, pero estaba en una situación en la que podía permitirme ayudar al otro. Entonces hablé con mi primo, porque él manejaba un merendero que había acá pero lo tuvo que cerrar. «Hay hambre en el barrio y te das cuenta. Hay chicos vendiendo pan casero, galletitas que hacen en sus casas o tortas fritas en bolsitas ¿Por qué no me das una mano y me ayudas a conseguir un poco de mercadería para arrancar?”, le pregunté y enseguida me ayudó.
Así empezó a correr la bola y salió lo de Clubes Unidos. Ellos se contactaron conmigo y fue el apoyo más grande que recibí.

Eso fue hasta agosto de 2020 que recibiste la ayuda, porque después, en la otra mitad del año, se interrumpió ¿no?

Cuando se elevaron los casos se suspendieron las viandas, ya que no pudieron cocinar más. Aún así vinieron a mi casa y bajaron de sus camionetas bolsas de papas, cebolla y morrón. Hasta me pidieron disculpas. Mi casa es chica y fue la primera vez que recibimos tantas cosas. Con mi mamá estábamos chochas. Después, volvieron para el
día de niño, yo ni me los esperaba. Se aparecieron con todo envuelto en papel de regalo y también con bolsas de golosinas.

Sé que estaban todos los clubes, pero sí tengo que destacar uno va a ser el Club de Rugby, por la predisposición que tuvieron. Muchas veces uno dice que a los jóvenes de hoy en día no les importa si uno está pasando hambre. Además, por lo general, a los chicos de rugby uno los tiene como que no se interesan por el pobre y ¡nada que ver!
Descubrí que son los que más ayudan, sobre todo cuando ocurre algo como lo que fue la pandemia. Desde el Club se notó la humanidad de todos los chicos.

Estuve entregando hasta enero de este año y después paré. No tuve el soporte del Municipio que debería haber tenido y llegó un momento en el que no se pudo continuar.
Dá lástima, pero bueno. Se viene el día del niño y no tengo la colecta que tuve en 2020. El año pasado llegué hasta un sindicato de Capital, imaginate cómo se fue corriendo la bola.

Es como si de una gota se hiciera un mar…

Tal cual. De repente me llamaban y me decían te hablo de acá, me comunico desde allá, fulano me pasó tu número. Así era. Estaba bárbaro pero bueno, se cortó. Ojalá podamos volver porque desde entonces nadie hizo más nada por el barrio. Si no hay ayuda tampoco se puede hacer mucho. Cuando pedí ayuda en el Municipio me dieron la espalda. Se hizo lo que se pudo.

En el momento que te surgió este proyecto, ¿cuál fue ese impulso que te llevó a realizarlo?, ¿cuál fue tu combustible?

El que sabe lo que es pasar una necesidad, se da cuenta cuando hay hambre. Lo siente y si necesita ayudar lo va a hacer. Yo lo pasé, lo padecí de chica. Cuando hicieron el cierre total de la cuarentena tuve la motivación de dar una mano. Yo salía de trabajar a las cinco de la tarde y me decían: “andá hasta la panadería Colón que te van a dar algo”. Se hizo una cadena, fue revolucionario. Enseguida hice una cuenta de Facebook del comedor y seguí a muchas páginas. Empecé a mandarle a todos mis amigos y así se desparramó por todos lados. Le pedí ayuda a mi mamá, ella crió a doce chicos, no me iba a decir que no. También se me ocurrió hablar con unas vecinas, con las que nos criamos juntas, y enseguida me dijeron que sí.
Esta unión me incentivó para seguir adelante. Empezamos haciendo guisos. Un día me habían donado muzzarella y amasamos pizzas para todo el barrio.
Se hizo una movida increíble. No pensé que iba a tener el resultado que se logró.

Superó tus expectativas…

Las superó, claro que sí. Esperaba poder tener el respaldo del Municipio. Me quise anotar como comedor del barrio para que nos reconocieran y así recibir apoyo, pero no me lo permitieron porque me dijeron que estaban colapsados.  Me molestó la actitud. Yo les dije que todos los barrios tienen necesidades.

Una vez me dijeron que en tal lugar hay una donación de salchichas que vencen en unas semanas. Me acuerdo que fui caminando y pedí permiso porque el puente Mitre estaba cortado. Fui a buscarlas y las repartí entre mis vecinos. Después, una chica me mandó por privado preguntándome si habían quedado salchichas y si le podía dar algunas porque realmente no tenían nada para comer a la noche.
No voy a negar que cuando hice ruido el Municipio apareció. Me trajeron seis cajas de alfajores Fulbito !!!  y pensé ¿en serio me vas a traer seis seis cajas de alfajores? Lo agradezco, pero para lo que estaba pidiendo ayuda era para alimento.

Llegó un momento en el que tuvimos que reducirnos a dos meriendas y una comida, porque cuando cocinábamos se iba mucho de gas y tenía que pagarlo yo. Cuando le pones demasiado empeño a las cosas no te das cuenta y terminas dando más de lo que podes, es lo que pasa. Pero es gratificante porque te motiva a seguir ayudando. Justo el año pasado tuve un problema de trastorno de ansiedad y esto me sacó a flote, me hizo bien.

¿Un objetivo para el futuro?

Si tengo la oportunidad de volver a hacerlo, lo haría encantada. Ojalá podamos volver. Siempre estoy dispuesta a dar una mano y me encantaría volver a contactarme con los chicos de Clubes Unidos porque la verdad que fueron muy amables con nosotros.

Publicado el sábado 24 de julio de 2021

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