Un club que la sigue remando

Acostumbrados a las violencias cotidianas, esas que nos dejan femicidios u homicidios en ocasión de robo, nos vamos insensibilizando, acostumbrándonos a esos hechos y a la vez, dejamos de hacernos preguntas importantes. ¿Cuáles? El ser humano ha podido evolucionar y crear gracias a que se hace preguntas, inquietantes y con múltiples respuestas.

¿Qué lleva a un púber o adolescente a delinquir?, ¿Qué lo lleva a matar? ¿Cómo están constituídas esas familias? ¿Cuáles son sus condiciones socio-económicas? Las llamadas patologías de Vulnerabilidad Social, atraviesan hoy a miles de familias y pibes de nuestro país y están asociadas a sectores “empobrecidos” de nuestra sociedad. Aquí comparto una aclaración medular: el empobrecimiento no es solo económico, es también cultural, de oportunidades y afectivo-vincular. En ciencias sociales llamamos “Capital Simbólico” a esa caja de herramientas que nos permiten entender, vincularnos e insertarnos dentro de una sociedad, ejerciendo nuestra capacidad de asumir derechos y obligaciones.

Toda sociedad empobrece a un ciudadano no solo cuando lo deja sin empleo, sino cuando le niega o retacea la oferta educativa, cultural y de esparcimiento. Mi segunda aclaración medular es en relación a la gran palanca social que representan los clubes, en cualquier sociedad, pero fundamentalmente en una realidad como la nuestra.

En el día de ayer más de 5.000 personas se dieron cita en nuestro querido Club Náutico El Timón. Con la excusa de “la vaca”, la sub-comisión de Básquet organizó un gran evento para juntar fondos y construir un gimnasio para todas las actividades deportivas de la institución. Su presidenta, Paola López y Eduardo Espuña capitanearon a un equipo de muchas personas anónimas y silenciosas en pos de un resultado y un proceso. Ese objetivo es sostener al club en tiempos de ajuste, inflación y crisis de valores.

Algunos de nuestros políticos y funcionarios, habrán leído a Gramsci, a Freire, a Durkheim?. Conocen los pensamientos de Menotti, Bilardo, Ferguson, Guardiola, Vigil, Tito Lectoure o Bielsa? Aquellos, Filósofos y Pedagogos de origen catedrático y estos profesionales del Deporte, con potrero y alambrado, han explicado profundamente cómo la cultura y el deporte favorecen la inclusión social.

Los clubes aportan un espacio-tiempo que integra, sostiene, contiene y muchas veces otorgan aquello que la Familia, el barrio, o el Estado no da. Allí radica su importancia como Instituciones Sociales, favoreciendo procesos vinculares y potenciando desarrollos grupales y personales.

Muchas comisiones que dirigen a miles de clubes de barrio en nuestro país, hacen milagros para sostenerse en pie, pero otras no pudieron… ¿Cuántos Clubes cerraron sus puertas en los últimos meses? ¿Cuántos profes se quedaron sin alumnos en este tiempo? ¿Cuántas actividades suspendidas por falta de calefacción? ¿Cuántos pibes más en la esquina o en una plaza, armando un porro por primera vez? Preguntarnos frente al espejo es maravilloso, ¡pero cuánto duele también!

Cuando desde el Estado Nacional, Provincial o Municipal se le suelta la mano a los clubes, le estamos dando la oportunidad a que nuestros pibes y pibas le den la mano a conductas autodestructivas, como las adicciones, conductas de aislamiento en las pantallas y a la imposibilidad de encuentro colectivo. Se hace necesario nuestro apoyo y compromiso como ciudadanos. ¿Cómo? Asociándonos, difundiendo sus actividades y disciplinas, comprando rifas o yendo con nuestras familias. En suma, dando vida, vida social a esos espacios.

Pero en esa tarde de domingo, volví a encontrarme con miles de Quijotes, con miles de chicas contentas con remar o jugar Hockey, con bandas de rock mirando al río y con algunos “viejitos y viejitas piolas” dispuestos a seguir remando contra viento y marea.

Lic. Esteban Gómez- Psicoanalista UBA MN 25591 MP 25668, Miembro del Equipo de Formadores, Fútbol Juvenil Club Luján.

Publicado el domingo 18 de noviembre de 2018