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El título es una de las consignas para la convocatoria de la marcha que conmemora el inicio de la última y más sangrienta dictadura cívica, sindical, clerical y militar. Suele ser una consigna polémica y fuerte para quien no está involucrado en el tema. Quien escribe tratará de desgranar estas palabras que describen 45 años de lucha.

Por estos días todo el país estuvo siguiendo el caso de Maia, la niña secuestrada por un sujeto que se ganó la confianza de ella y de su mamá y aprovechó en un momento para llevársela con vaya saber qué intensiones. Luego de varios días de que vecinos corten la Autopista Dellepiane, se puso en marcha el operativo policial para buscarla, aunque sin embargo, fueron vecinos de nuestra ciudad los que finalmente la hallaron. Por suerte la historia terminó bien en el sentido de que la encontraron viva. Pero ¿cómo va seguir la vida de Maia y su mamá? Leí por ahí, una publicación en facebook, que decía algo así: Para Maia el estado está ausente hace 7 años, y recién la encuentra.

Cada 24 de marzo hay que hacer el esfuerzo por vincular esta tragedia actual, con aquella de hace 45 años atrás. Podríamos sumar a la tragedia actual que es  la pandemia, la falta de vacunas, el repudio que sufrió el presidente en Chubut, la mega minería, la inflación, los salarios de miseria, la falta de obras públicas y viviendas y podríamos decir una falta total de perspectiva para millones de argentinos que como Maia y su familia su único destino es la calle y la violación de cuanto derecho exista en nuestra constitución o leyes que terminan en letra muerta.

Si uno revisa los datos de la década del ’60-’70 se encuentra por ejemplo que los salarios eran comparables con los de los trabajadores europeos o norteamericanos, que la desocupación casi no existía, que Argentina era el país más industrializado de Latino América, que tenía un sistema de salud y educación envidiable para muchos extranjeros y fundamentalmente el estado controlaba importantes resortes de la economía para mantener cierta independencia económica, como son todas las empresas del estado que fueron privatizadas en los ’90.
Pero fundamentalmente había una idea de qué país querían y esa idea se discutía en cualquier charla de café, en los lugares de trabajo y estudio, a la hora del almuerzo o la cena en cada hogar, en fin lo discutía la gente de a pie. Hoy, en la humilde opinión de quien escribe estas líneas, eso no sucede, o para ser más preciso, sucede pero no tiene la masividad de aquellos años.

Los militares

A eso había que ponerle un freno, porque esas discusiones en los cafés o en los lugares de trabajo terminaban en que los trabajadores y sectores populares se organizaran para enfrentar las políticas de los gobiernos de entonces que iban en la dirección contraria, sean estos gobiernos militares o radicales o incluso el último gobierno de Perón.
La última dictadura vino a destruir ese entramado social y organizativo que defendía con uñas y dientes todas y cada una de las conquistas que se habían logrado. Luego del Rodrigazo, esa enorme huelga general que se le hizo al gobierno de María Estela Martínez de Perón ante los anuncios de un tremendo plan de ajuste, las grandes patronales, sus políticos y la burocracia sindical peronista sacaron la conclusión de que para hacer las reformas económicas que ellos querían debían liquidar a toda esa vanguardia que luchaba y quería otro destino para nuestro país.

Así, a sangre y fuego impusieron el sometimiento total de nuestro país al FMI y sus dictados por la vía del endeudamiento “Eterno” y donde muchos empresarios “nacionales” y extranjeros se beneficiaron, entre ellos el ex presidente Mauricio Macri y su familia. Solo por mencionar uno.
Estos “empresarios” (si podemos llamarlos así) que viven y se enriquecieron de subsidios y otras prebendas del estado fueron parte de la política que se instauró durante la dictadura. Paralelamente a esto empezó a crecer la miseria, el desempleo y la “asistencia social” que se termina convirtiendo en un problema estructural que, para desgracia de los desgraciados, es usado políticamente por todos los políticos patronales.

Lo cívico

Este es el modelo de país que configuró la última dictadura y que ningún gobierno democrático hasta ahora se atrevió a cambiar, más bien lo profundizaron. El país está endeudado 10 veces más que en 1983, las desindustrialización y desaparición de empresas ha sido una constante durante estos 45 años, para el INDEC, estás ocupado si hiciste alguna changuita en el mes (es decir se miente sobre el nivel de empleo), el empleo en “negro” y la precarización laboral se instalaron como política estatal violando los derechos laborales, los niveles salariales de los trabajadores cayeron estrepitosamente si se compara con el año 1974/75 y se sumaron “nuevos empresarios” como Lázarro Baez, Cirigliano (ex TBA, responsable de la masacre de once), Niki Caputo (ladero de Macri), Odrebech (multinacional brasilera ligada a sobornos para ganar obras públicas, caso Soterramiento del tren Sarmiento), y hoy tenemos a Hugo Sigman, el empresario multimillonario protegido de este gobierno que fabrica la vacuna de Oxford en la Argentina, pero que no se usa para vacunar a los argentinos si no que se va al exterior para beneficiar a AstraZeneca y al propio Sigman…y así podríamos seguir la lista con otros “empresarios”…

La corrupción, de la cual muchos hacen alarde, se instalo en todo el sistema político que les genera enormes dividendos tanto a los empresarios como a los políticos afines a ellos. Y por más que hablen de reforma judicial para “combatirla” la realidad es que nada de eso sucede, más bien los jueces se han convertido en sus administradores.

La reconciliación

Todos los gobiernos democráticos han tratado de “reconciliarnos”, desde Alfonsín con las leyes de Obediencia de Debida y Punto Final, pasando por los indultos a los genocidas de Menem, y hasta la afamada “baja de cuadros” del ex presidente Néstor Kirchner estuvo al servicio de esa política, que logró cooptar a un sector de las organizaciones de DDHH y dividir la lucha, principalmente en el reclamo de apertura de los archivos para conocer exactamente que pasó y dónde están todos los desaparecidos. El macrismo intentó volver a liberarlos con el 2×1 y la enorme respuesta popular hizo que retrocediera con esa medida. El año pasado, en vísperas del 24 de marzo el presidente Alberto Fernández se ganó el repudio generalizado cuando hizo un comentario deslizando esa “necesidad”.  No se puede reconciliar nada sobre la base de la desigualdad. No nos olvidamos de los desaparecidos en democracia, los casos de gatillo fácil, Kosteki y Santillán, Santiago Maldonado y Facundo Castro. Así como de Berni, Milani y la “mano dura”.

Lo Clerical

Toda esta política tuvo la bendición de la cúpula de la iglesia católica, que por supuesto también se vio beneficiada ya que es el estado quien los mantiene pagando sus abultados sueldos mes a mes, es decir todos aportamos indistintamente de nuestras creencias. Por eso la campaña que lanza el movimiento de mujeres “separación de la iglesia del estado” expresa : “quien quiera un cura que se lo pague”.

Lo Imperdonable

La democracia que conquistamos es eso: una conquista de los de abajo, de los trabajadores y sectores populares que enfrentaron a la dictadura primero y de aquellos que nos organizamos para sostenerla. La conquistamos con la idea de recuperar esas expectativas que nos habían truncado.
Con la democracia se come, se educa y se cura, nos dijeron. Yo me sumé a esa enorme alegría, pero no fue eso lo que sucedió. Revolución productiva y salariazo, dijo otro. Para luego reconocer que si decía realmente lo que iba hacer, nadie lo iba a votar. El que depositó dólares, le devolverán dólares, dijo otro luego de la crisis del 2001 y el “argentinazo”. Nos desendeudamos, dijo el siguiente, ahí está la deuda “eterna”, más eterna que nunca. El gobierno de todos los argentinos que vino luego, terminó diciendo que los docentes trabajaban 4 hs. y tenían 3 meses de
vacaciones. Y luego vino el carnaval de la alegría. Esa fiesta es la que este gobierno, que reconoció que los dineros se fugaron del país, pero que aún así negocia con el FMI para pagarla, para que la paguemos, todos.

Así destruyeron toda expectativa de la población y fundamentalmente de los trabajadores en la idea de un país distinto, un país inmenso, con enormes recursos naturales y humanos, y con una riqueza capaz de mejorar nuestras vidas. Pero campea la corrupción, los negociados, y los políticos mentirosos y serviles. Para desgracia de los trabajadores las organizaciones sindicales también están secuestradas en manos de sindicalistas enriquecidos cuyas vidas no tienen nada que ver con la de un trabajador.

No olvidamos

Aún así estamos los que no olvidamos que en el seno de nuestro pueblo, de nuestra clase trabajadora que resistió esa dictadura, que gestó el argentinazo y que resiste como pueden los planes de ajuste, lucha y pelea. Con todas sus contradicciones y confusiones. Ahí está el ejemplo del pueblo de Chubut, impidiendo la megamineria por enésima vez. Las infinitas luchas que hay en todo el territorio por salario, exigiendo empleo digno, vivienda, obra pública, contra la violencia de género, o para que busquen a una niña…

Desde nuestro partido Izquierda Socialista, reivindicamos esas luchas y las defendemos. Paralelamente proponemos otro modelo de país, incluso otra democracia. Queremos debatirlo con todos los que quieran, porque es posible un futuro distinto para todos y todas. Pero es necesario dejar de estar a la defensiva, hay que organizarse y pensar  ofensiva y audazmente. No nos vencieron, nunca olvidemos eso.

Nota: Las opiniones de este artículo son responsabilidad del autor.

Publicado el miércoles 24 de marzo de 2021

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