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Liberar las patentes de las vacunas es la Revolución de Mayo de hoy

Desde principios del 2020 el mundo fue sacudido por una pandemia de escala planetaria nunca vista en la historia de la humanidad. China fue el país de origen, pero el origen real de la pandemia es la súper explotación de los trabajadores y degradación del medio ambiente que el capitalismo y las multinacionales vienen ejerciendo en aquel país y en todo el mundo. Paso en China, pero podría haber sucedido en cualquier otro punto del planeta.

A más de un año del descubrimiento del COVID 19 la humanidad enfrenta otro enorme problema: poder vacunarse.
El 8 de diciembre de 2020 la británica Margaret Keenan, de 89 años fue la primera persona del planeta en ser vacunada. Al 24 de marzo de 2021 se vacunaron 489 millones de personas, una proporción de 6.27 personas cada cien habitantes. De mantenerse este ritmo de vacunación, no se podría lograr la inmunidad mediante el llamado “efecto rebaño” (1), antes de tres años y medio.
Pero hay un problema más grave aún que empeora cuanto más se tarde en inmunizar a la población, la aparición de nuevas cepas resistentes a las vacunas existentes.

La crisis de la vacunación

Mientras la pandemia acrecienta su peligrosidad, hace su aparición la crisis de la vacunación, que tiene dos caras: una crisis de producción y una de distribución.
De acuerdo con un relevamiento de la cancillería argentina, en marzo de 2021 veinticuatro países de altos y medianos ingresos compraron 3900 millones de vacunas, pero solo se entregaron 513 millones, es decir el 13,6 % de lo contratado. Esta situación ha provocado airados roces entre los estados compradores y las multinacionales.
La crisis de distribución se evidencia en la desigualdad con que se ejecuta. Mientras la media mundial de vacunados es de 6.27, el Reino Unido alcanza el 46 %, EEUU el 39 % y la Unión Europea 14 %, más del doble global. Mientras que, como revela Gavin Yamey, profesor de salud global de la universidad de Duke, EEUU, “en unos 130 países, donde viven 2500 millones de personas, no se ha recibido ni una sola vacuna”.

El gran negocio de las farmacéuticas

A once días de conocerse los primeros casos de COVID19 en China se pudo descubrir el genoma del nuevo virus. Pasaron 333 días hasta la aplicación de la primera vacuna regulada y se dio comienzo a la campaña mundial de vacunación. Nunca fue tan rápido en la historia de la humanidad.
Sin embargo este extraordinario logro de la ciencia cayó preso de las leyes del capitalismo y del mercado. Se da la situación contradictoria que la humanidad dispone de un arma para enfrentar la pandemia pero no puede utilizarla como es necesaria.

¿Pero cómo es que los empresarios de las multinacionales se adueñaron de las vacunas?
Bill Gates nos lo cuenta en una entrevista en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine publicada el 28/02/2020: “…el financiamiento de los gobiernos es necesario porque los productos de la pandemia son inversiones de extraordinariamente alto riesgo; el financiamiento público minimizará los riesgos para las compañías farmacéuticas y les permitiría meterse en el negocio con los dos pies. Además, será necesario, que los gobiernos y otros aportantes financien -como un bien público global- instalaciones de fabricación que puedan generar una provisión de vacunas en cuestión de semanas. Estas instalaciones podrán hacer vacunas para programas de inmunización de rutina en tiempos normales y podrán ser rápidamente adaptadas para la producción durante la pandemia. Finalmente, los gobiernos financiaran la adquisición y distribución de vacunas a la población de que la necesite”.

Multimillonarios fueron los aportes de fondos públicos para la industria farmacéutica. Solo EEUU creó un fondo de 10000 millones de dólares que se distribuyo entre 5 farmacéuticas, Moderna, Pfizer, AstraZeneca, Novax y GSK/Sanofi.

Con esos subsidios multimillonarios las grandes farmacéuticas se lanzaron a los ensayos de fase I y II. A mediados de 2020 cuando no habían comenzado con la fase III para cada vacuna, las empresas comenzaron a vender su futura producción en las cantidades astronómicas que hemos señalado.

Según investigaciones de la Universidad de Duke, las farmacéuticas han vendido anticipadamente 7300 millones de dosis que servirían para vacunar a la mitad de la población mundial, con las dos dosis que se requiere.
No satisfechos con los subsidios estatales, los monopolios exigen a los gobiernos leyes que protejan sus intereses y garanticen sus ganancias.

Argentina aprobó en noviembre de 2020 una ley hecha a medida de los requerimientos de las multinacionales. Les garantiza inmunidad judicial, confidencialidad en los contratos, secreto de los procedimientos de fabricación, extraterritorialidad jurídica, y condiciones de indemnidad patrimonial respecto de indemnizaciones y otras reclamaciones pecuniarias. Solo el Frente de Izquierda voto en contra.

La confidencialidad en los contratos es una gran ventaja que les permite establecer precios diferenciados según el estado comprador. Todas las negociaciones se han hecho de manera secreta, lo que echa por tierra la cháchara sobre la transparencia de la democracia burguesa. Un verdadero despropósito avalado por todos los políticos serviles a estas multinacionales.

Los subsidios estatales y la compra anticipada de la producción -como aconseja Bill Gates- financian en gran parte, o en casi su totalidad la producción de vacunas. Pero es con las patentes que se concreta el monopolio por parte de las multinacionales, asegurando a cada empresa la exclusividad para producirlas y venderlas.
Mediante las patentes las multinacionales monopolizan la producción de vacunas a pesar de que estas son el resultado de una elaboración colectiva que se apoya en desarrollos e investigaciones de décadas en universidades, hospitales y centros científicos de todo el mundo y fuertemente financiados por presupuestos públicos. Como consecuencia, la actividad científica de cada país tiende a convertirse en proveedora gratuita de insumos para la ganancia de los monopolios.

¿Por qué no alcanzan las vacunas?

Hemos visto las enormes facilidades obtenidas por la industria farmacéutica para las vacunas: subsidios faraónicos, compras anticipadas, leyes protectoras y, como remate, la exclusividad garantizada por las patentes internacionales. Sin embargo las vacunas no alcanzan. Argentina compro 22,4 millones de dosis de la vacuna AstraZeneca que se fabrica en Garín, Bs. As. y ha pagado el 60 % del encargo, sin embargo no se han recibido en las cantidades pautadas al día de hoy.

Las empresas dicen que no hay mayor producción porque, al ser nuevas, las fabricas no están preparadas. Argumento falaz, porque un rasgo de la industria capitalista es su capacidad y rapidez para adaptarse a nuevas exigencias de producción. Tampoco lo es la falta de insumos.

La explicación de la falta de vacunas está en que los laboratorios ya obtuvieron las ganancias, que son colosales. Los subsidios, la venta anticipada y la perspectiva muy probable de que, como el caso de la gripe, la vacunación sea anual y entonces la producción sea permanente, esto ha elevado el valor de las acciones de estas empresas. Esta es la razón por la que la industria no va más allá del límite que fija su tasa de ganancia. ¿Por qué arriesgar más capital si están obteniendo altísimas ganancias en relación con la escasa inversión? Con el reaseguro de las patentes, que impiden la competencia, las multinacionales no necesitan aumentar la producción.

Es necesario liberar la producción de vacunas anulando las patentes

Los intereses de las trabajadoras y los trabajadores y el pueblo son otros. Quieren aplastar la pandemia, quieren defender la salud y su vida. El régimen de patentes se alza como una barrera que impide que se produzcan las vacunas que el mundo necesita. En los acuerdos de la OMC existen los resquicios que permiten a los gobiernos suspender las patentes.

Muchos países cuentan con capacidad para la producción de vacunas. Argentina es uno de esos países, la vacuna de AstraZeneca-Oxford, se fabrica en el laboratorio mAbxience, propiedad del empresario Hugo Sigman. Laboratorio que fue construido con fondos públicos. Sin embargo, como dijimos arriba, a pesar de haber encargado millones de dosis y haber pagado más de la mitad de la misma, las vacunas no aparecen.

El Frente de Izquierda e Izquierda Socialista desde febrero comenzó una campaña de firmas y difusión para que el gobierno nacional desconozca las patentes de la vacuna de AstraZeneca-Oxford. Incaute la producción de mAbxiencie y embase la misma en el país. Nuestros diputados han presentado un proyecto de ley para tal fin (2).
Sin embargo no hemos sido escuchados ni por el presidente, ni por sus ministros, que en todo momento nos han dicho que eso no se podía hacer. Claramente decidieron defender las súper ganancias de su empresario amigo y cercano, Hugo Sigman que la semana pasada se juntó con el ministro Guzmán en España y  defender también a AstraZeneca, antes que defender la salud del pueblo Argentino.

Mientras estos sinvergüenzas siguen haciendo fortunas con las necesidades populares, desde abajo crece la campaña contra las patentes no solo en Argentina, si no en el mundo.
Esa es la razón por la que Joe Biden tuvo que expresarse por la anulación de las patentes y que motivo que Alberto Fernández lo llamara Juan Domingo Biden. Puro doble discurso, como queda demostrado ante los hechos.
La liberación de las patentes es la tarea revolucionaria que nos convoca hoy. Mientras el gobierno suele hacer propaganda con la cantidad de vacunados, lo cierto es que apenas un 4 % de la población tiene las dos dosis que se requieren para lograr la inmunidad necesaria y estamos muy lejos de la inmunidad de rebaño.

Así como en 1810 la revolución de mayo significo un movimiento popular que recorrió a todo el continente que termino con la caída del imperio español y el surgimiento de nuevos países libres del yugo imperial, hoy necesitamos la más intensa movilización obrera y popular para imponer la anulación de las patentes, a una dirigencia política, que sin importar el color político le cuida las ganancias a empresarios y laboratorios, en vez de cuidar la salud de su pueblo.
En Argentina la consiga es concreta: ¡Las vacunas están en Garín! ¡Que se incauten ya!

1)Efecto o inmunidad de rebaño se considera cuando el 70 % de la población fue vacunada con las dos dosis que requieren la mayoría de las vacunas contra el COVID 19, salvo la de Johnson & Johnson que solo requiere una aplicación.
2)Ver texto del proyecto de ley en www.izquierdasocialista.org.ar

Las opiniones de este articulo son responsabilidad del autor.

Publicado el lunes 24 de mayo de 2021

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