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A finales de mayo de 1982 y en coincidencia con la celebración de un nuevo aniversario de la creación del Ejército Argentino, se produjo la caída de las posiciones argentinas asentadas en Darwin – Pradera del Ganso.
Resultaba claro que las acciones siguientes de los británicos consistirían en la preparación para ejecutar los ataques finales sobre las posiciones que defendían Puerto Argentino.

Los primeros días de junio mostraron una creciente actividad de hostigamiento sobre nuestras posiciones. Las tropas ubicadas en los Montes Harriet, Dos Hermanas y Longdon serían las primeras en soportar, a partir del 11 de junio, los intensos combates nocturnos que se iban librando. El asalto final sobre la capital de las Islas estaba muy cerca y los combates mostraban sus costados más violentos.
Las elevaciones próximas a Puerto Argentino se iban regando con sangre, tanto de argentinos como británicos. La última noche de la guerra se vivieron durísimos combates, a sabiendas que prácticamente la batalla se había perdido.

La noticia menos deseada

La mañana del 14 de junio flotaba en el ambiente la sensación que algo ocurriría. Una nevisca de consideración cubría de blanco los montes en los alrededores de Pto Argentino. Ya no se escuchaba el fragor de los combates en primera línea y las piezas de artillería habían cesado sus fuegos de apoyo. Las fuerzas que habían combatido entre el 11 y el 14 de junio se encontraban agotadas no sólo por las acciones que protagonizaron, sino que también se sumaba el desgaste producido por el tiempo de permanencia en las posiciones. Sólo había que esperar la noticia menos deseada para un soldado.

A las 20:59 horas del 14 de junio, en una cerrada y fría noche insular, firmaron el acta de capitulación el Mayor Gral. Jeremy Moore, (Comandante de las Fuerzas Terrestres del Reino Unido de Gran Bretaña) y el General de Brigada Mario Benjamín Menéndez (Gobernador Militar de las Islas Malvinas).
La cruenta guerra de Malvinas había terminado dejando secuelas en ambos contendientes que hoy aún persisten. Muchos combatientes jamás volveríamos a vernos. Los duros combates habían finalizado. Sin embargo, para quienes orgullosa y valerosamente nos habíamos enfrentado con el enemigo inglés, viviríamos secuelas de la guerra que recién comenzaban y que de diferentes formas, hoy muestran su lado más oscuro entre todos los Veteranos.

Legitimidad vs. Legalidad

La gesta de Malvinas fue legítima en sí misma, teniendo sustento en la coincidencia de todos los argentinos, como justo reclamo de nuestra soberanía, avasallada por el invasor inglés. Sin embargo considero personalmente que carecía de la legalidad necesaria en virtud de la situación política que se vivía en el país.

Muchas cosas pasaron durante el conflicto bélico que duró 74 días. En el ámbito militar, hubo actos heroicos de muchos Soldados, Suboficiales y Oficiales de Fuerza Aérea, Marina, Ejército, Gendarmería Nacional y Prefectura Naval.

Hay expresiones en las que todos los Veteranos coincidimos. Quizás la más importante de ellas sea aceptar que la guerra tiene consecuencias dramáticas, donde afloran la grandeza, la solidaridad, el valor y el honor, pero también se magnifican las peores miserias humanas.

La guerra librada en 1982 por la recuperación de Malvinas se perdió en el campo militar y en el diplomático. Aunque mucho nos duela como argentinos y una gran mayoría de países en el mundo acepten nuestras razones y el carácter colonialista del conflicto, Gran Bretaña, con el apoyo explícito de EEUU y la OTAN, logró inclinar la balanza en su favor.

La rendición fue muy cruel. No sólo por el sabor amargo de la derrota, sino por lo que significó nuestra llegada al territorio, cargando la pesada mochila de una capitulación. Sufrimos en carne propia la indiferencia de los altos mandos, cuando silenciaron nuestro arribo, pese a las muestras de empatía y cálidos recibimientos que nos brindó la gente común. A decir popular, ingresamos “por la puerta de atrás”, silenciando nuestras llegadas sin ningún tipo de reconocimiento.

Des-malvinización y Des-trato

Aquí comienza lo que se conoce como la desmalvinización. Es decir, el destrato hacia quienes participamos de la guerra, no habiendo sido reconocidos por los gobiernos que se fueron sucediendo para conducir al país.
Resulta muy ingrato que se olvide a aquellos que ofrendaron sus vidas cumpliendo con el honroso juramento a su bandera. Por eso resulta oportuno rescatar de la derrota aquellos actos humanos dignos de ser reconocidos.

Íntimamente creo que el concepto desmalvinizador se ha ido revirtiendo gracias a la participación activa de las organizaciones de Veteranos de Guerra que mantienen viva la causa, a través de todos los medios de difusión disponibles, pero fundamentalmente con presencia en las escuelas de niveles primario y secundario. Son las futuras generaciones quienes deberán sostener el legado por la recuperación diplomática de nuestras Malvinas.

Recordando y honrando siempre a todos aquellos combatientes que dejaron sus vidas en las Islas y hoy descansan en el cementerio de Darwin o en las heladas aguas de nuestro mar austral como firme testimonio de soberanía nacional, podremos decir sin temor a equivocarnos, que nuestro sacrificio no ha sido en vano.

 

 

Nota: Las opiniones de este artículo son responsabilidad del autor.

Publicado el domingo 13 de junio de 2021

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